El tratamiento de la hipopotasemia consiste en la administración de suplementos de
potasio por vía oral, o, en caso de hipopotasemia grave o de pérdidas
persistentes de potasio, por vía intravenosa.
La hiperpotasemia
leve (<6 mEq/l sin trastornos
electrocardiográficos) suele responder bien a la disminución de la ingesta de
potasio o a la suspensión de los fármacos que aumentan la potasemia. Los diuréticos
de asa, que estimulan la excreción renal del mineral, y el sulfonato de
poliestireno de sodio en sorbitol, administrado como resina de intercambio
catiónico para eliminar el potasio a través de la mucosa gastrointestinal, pueden
estar también indicados.
Los pacientes con hiperpotasemia moderada o grave (6-6,5 mEq/l) requieren atención
urgente. En estos casos, deben administrarse insulina y glucosa por vía
intravenosa, una solución intravenosa de calcio y, si es posible, un agonista β2-adrenérgico
por vía inhalatoria. Además, en general, deberá realizarse incluso hemodiálisis.