Inicialmente, el tratamiento es conservador y sólo se utilizan procedimientos invasivos si existe déficit neurológico progresivo o grave, en cuyo caso la intervención quirúrgica debe ser inmediata si existen signos de compresión medular.
Dado que la hernia discal se deseca con el tiempo, los síntomas tienden a disminuir independientemente del tratamiento. Hasta el 95% de los pacientes pueden recuperarse sin cirugía antes de los 3 meses y el tratamiento debe ser conservador, a menos que los déficits neurológicos sean progresivos o graves.
Hay que restringir la actividad física, pero la deambulación y la actividad ligera están permitidas; el reposo prolongado (incluida la tracción) está contraindicado.
Los AINE, el paracetamol u otros analgésicos deben utilizarse según sea necesario para aliviar el dolor.
La fisioterapia puede mejorar la postura y fortalecer los músculos cervicales, reduciendo así los movimientos que más irritan o comprimen la raíz nerviosa si la afección es leve.
Si el dolor y las contracturas son importantes pero no hay signos neurológicos de alarma, la fisioterapia con láser suave puede eliminar el dolor y la inflamación y acortar el período de desecado del disco, evitando la cirugía.
La discectomía microscópica y la laminectomía con extirpación quirúrgica de una hernia discal suelen ser los procedimientos de elección.
Se está evaluando la cirugía percutánea para eliminar el material del disco. No se recomienda la disolución del material de la hernia discal con inyecciones locales de la enzima quimopapaína.
Las lesiones que provocan compresión aguda de la médula espinal requieren descompresión quirúrgica inmediata, de lo contrario los tratamientos quirúrgicos son ineficaces.