En general, el tratamiento es sintomático y comprende la suspensión de los fármacos perjudiciales, introduciendo al mismo tiempo cambios en la alimentación (incluidos suplementos vitamínicos), y el tratamiento de los trastornos subyacentes y las complicaciones.
Deben reducirse las dosis de fármacos que se metabolizan en el hígado. Deben evitarse todas las bebidas alcohólicas y sustancias hepatotóxicas. Hay que prever la aparición de síntomas de abstinencia durante la hospitalización en los pacientes con cirrosis y alcoholismo.
Los pacientes con varices necesitan tratamiento para prevenir la hemorragia.
El trasplante hepático está indicado en la etapa terminal por insuficiencia hepática en los candidatos adecuados.