El control de los desencadenantes es una medida preventiva clave. La utilización
de la inmunoterapia es controvertida, y podría reservarse para aquellos casos
en los que hay la certeza de hipersensibilidad específica frente a un único alérgeno.
Dentro del tratamiento farmacológico, pueden emplearse fármacos de rescate o
aliviadores (betaadrenérgicos selectivos de acción corta, corticoides
sistémicos, anticolinérgicos inhalados y teofilinas de acción corta) y fármacos
controladores de la enfermedad (corticoides inhalados y sistémicos,
cromoglicato, nedocromil, teofilinas de liberación prolongada, betaadrenérgicos
selectivos de acción prolongada y compuestos antialérgicos orales).
Los objetivos
del tratamiento consisten en minimizar el deterioro y el riesgo, adoptando
medidas que permitan prevenir las exacerbaciones y aminorar los síntomas
crónicos, así como minimizar la necesidad de consultas y hospitalizaciones;
mantener la función pulmonar inicial (normal) y los niveles de actividad, y
evitar los efectos adversos del tratamiento.
La instrucción
del paciente, que le permita conocer mejor qué desencadena una crisis, qué
fármaco utilizar en un momento determinado, cuál es la técnica de inhalación
correcta, cómo utilizar un espaciador con un inhalador de dosis medida y la
importancia del uso temprano de los corticoides en las exacerbaciones, será
clave para un buen manejo de la enfermedad.