ENFERMEDAD
ASMA
El asma, que se calcula afecta al 4-7% de la población
mundial, es una enfermedad inflamatoria crónica de la vía aérea causada por una
variedad de estímulos desencadenantes, que, en individuos susceptibles, provoca
episodios recurrentes de sibilancias, disnea, opresión torácica y tos.
El desarrollo del asma resulta de la interacción
de factores predisponentes (atopia), factores causales (alérgenos del hogar, medioambientales
y ocupacionales y fármacos) y factores contribuyentes (tabaco, polución,
infección respiratoria vírica, infecciones parasitarias, talla baja al nacer y
dieta). Así mismo, existen algunos genes que aumentan la susceptibilidad de
padecer asma.
Según su etiología, el asma se clasifica en:
- Asma extrínseca o atópica (predominante en niños
y jóvenes, con frecuente historia personal o familiar de alergias).
- Asma intrínseca (predominante en adultos, con
rara historia personal y familiar de alergias).
Según la situación basal del paciente y la
frecuencia de las crisis, puede realizarse la siguiente clasificación clínica
del asma:
- Asma intermitente.
- Asma persistente leve.
- Asma persistente moderada.
- Asma persistente grave.
Disnea, sibilancias y tos forman parte de la
tríada clásica del asma, que, en ocasiones, se acompaña también de opresión
torácica.
En general, los pacientes con asma leve están
asintomáticos entre las exacerbaciones. Aquellos con enfermedad más grave y los
que presentan exacerbaciones experimentan disnea, opresión torácica,
sibilancias audibles y tos. Los síntomas pueden seguir un ritmo circadiano y
empeorar durante el sueño, a menudo alrededor de las 4 de la madrugada.
Los signos comprenden sibilancias, pulso
paradójico, taquipnea, taquicardia y esfuerzo visible para respirar (uso de la
musculatura accesoria, postura erecta, labios fruncidos e incapacidad para
hablar).
Todos los signos y síntomas son inespecíficos
y reversibles con el tratamiento oportuno. Entre las crisis, la clínica
desaparece, aunque puede haber sibilancias audibles suaves durante la
espiración en reposo o después del ejercicio en algunos pacientes
asintomáticos.
SÍNTOMAS
ASMA
La tos es
una maniobra espiratoria explosiva que pretende despejar de manera refleja o
deliberada las vías respiratorias. Si bien es una respuesta normal a la
presencia de moco o de materias extrañas en las vías respiratorias bajas o
altas, la tos persistente es molesta y generalmente indica irritación de las
vías respiratorias.
En el niño, una tos persistente es compatible con una neumonía vírica o atípica. Una tos paroxística, en cambio, es característica de la tosferina o de ciertas neumonías víricas . Así
mismo, existen otras características de la tos menos específicas que deben
tenerse en cuenta, como la tos ronca por traqueítis, la tos psicógena o la tos
por infección de las vías respiratorias altas.
La tos brusca
y persistente, sin fiebre y con síntomas de insuficiencia respiratoria, habría
que sospechar de la aspiración de un cuerpo extraño.
Los niños con tos frecuente, no
crecen o que presentan pérdida de peso; pueden padecer una infección tuberculosa
o fibrosis quística.
Por último, destacar que la tos nocturna puede indicar
asma o un problema de laringe o tráquea; y que la tos al inicio del sueño y al
despertar por la mañana suele ser indicativa de sinusitis, y que la tos en
medio de la noche es más compatible con asma.
La disnea es la sensación subjectiva de falta de aire o dificultad para respirar.
La opresión
torácica es un tipo de dolor torácico como sensación dolorosa constrictiva.
Las sibilancias son unos pitidos relativamente agudos que se producen al circular aire a gran velocidad a través de una vía respiratoria estrecha.
DIAGNÓSTICO
ASMA
La anamnesis, la exploración física, las
pruebas de función pulmonar (espirometría), la gasometría arterial, la
radiografía de tórax, el análisis de sangre, el examen del esputo, las pruebas
de alergia y las pruebas de provocación forman parte del arsenal diagnóstico
del asma.
El diagnóstico
diferencial incluye, entre otras patologías, otras enfermedades
obstructivas de la vía aérea (enfermedad pulmonar obstructiva crónica [EPOC],
bronquiolitis…), la insuficiencia cardíaca, la obstrucción de las vías
respiratorias superiores por tumores o edema laríngeo, la disfunción laríngea o
la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).
TRATAMIENTO
ASMA
El control de los desencadenantes es una medida preventiva clave. La utilización
de la inmunoterapia es controvertida, y podría reservarse para aquellos casos
en los que hay la certeza de hipersensibilidad específica frente a un único alérgeno.
Dentro del tratamiento farmacológico, pueden emplearse fármacos de rescate o
aliviadores (betaadrenérgicos selectivos de acción corta, corticoides
sistémicos, anticolinérgicos inhalados y teofilinas de acción corta) y fármacos
controladores de la enfermedad (corticoides inhalados y sistémicos,
cromoglicato, nedocromil, teofilinas de liberación prolongada, betaadrenérgicos
selectivos de acción prolongada y compuestos antialérgicos orales).
Los objetivos
del tratamiento consisten en minimizar el deterioro y el riesgo, adoptando
medidas que permitan prevenir las exacerbaciones y aminorar los síntomas
crónicos, así como minimizar la necesidad de consultas y hospitalizaciones;
mantener la función pulmonar inicial (normal) y los niveles de actividad, y
evitar los efectos adversos del tratamiento.
La instrucción
del paciente, que le permita conocer mejor qué desencadena una crisis, qué
fármaco utilizar en un momento determinado, cuál es la técnica de inhalación
correcta, cómo utilizar un espaciador con un inhalador de dosis medida y la
importancia del uso temprano de los corticoides en las exacerbaciones, será
clave para un buen manejo de la enfermedad.