El letargo, la confusión
y la somnolencia son frecuentes. Las manos y los pies tienen un aspecto pálido
y están fríos, sudorosos y a menudo azulados, así como los lóbulos de la
oreja, la nariz y las uñas.
Los pulsos
periféricos son débiles y por lo general rápidos; con frecuencia, sólo son
palpables los pulsos femorales o carotídeos.