Se utiliza un anestésico local (p. ej., lidocaína al 2%) inyectado en la articulación ipsolateral y en el área adyacente de la inserción del músculo pterigoideo lateral para permitir la reducción espontánea de la mandíbula.
Puede ser necesaria una reducción manual. Puede utilizarse medicación previa (p. ej., diazepam o midazolam y un opiáceo como la meperidina), pero generalmente no es necesario.
Se estabiliza la cabeza del paciente y se sujeta la mandíbula con unas gasas. Se le pide que abra ampliamente la boca, como si fuera a bostezar, y a continuación, el operador aplica una fuerza descendente en los molares aplicando al mismo tiempo una fuerza ascendente sobre el mentón hasta que la mandíbula se reduce.
Cuanto más tiempo está luxada la mandíbula, más difícil es la reducción y mayor será la probabilidad de que se repita la luxación.
Puede ser necesario un vendaje de Barton durante unos dos o tres días. Lo más importante es que el paciente evite abrir mucho la boca durante seis semanas. Si el paciente ve que va a bostezar, debe colocar un puño debajo de la barbilla para impedir la amplia apertura de la boca.
Los alimentos deben cortarse a trozos pequeños.
Si el paciente sufre trastornos crónicos y las modalidades conservadoras de tratamiento han fracasado, deberá consultar a un cirujano oral o maxilofacial.
Como último recurso, existen tratamientos alrededor de los ligamentos de la ATM en un intento de estabilizar la articulación o realizar una condiloplastia de la eminencia articular.