Los antitranspirantes
fuertes, que tamponen los conductos sudoríparos, elaborados a partir de una
solución de hexahidrato de cloruro de aluminio al 6 al 20% en alcohol etílico, son
la primera línea terapéutica para las sudoraciones locales.
La iontoforesis
con agua, que utiliza una corriente eléctrica suave para cerrar
temporalmente la glándula sudorípara, es una opción en aquellos pacientes que
no responden a los tratamientos tópicos, especialmente en la hiperhidrosis de
manos y de pies.
Algunos fármacos,
como los anticolinérgicos o las benzodiacepinas, se han usado para frenar la
estimulación de las glándulas sudoríparas o para reducir la sudoración
relacionada con el estrés, respectivamente.
La toxina
botulínica de tipo A (bótox), una neurotoxina que disminuye la liberación
de acetilcolina procedente de los nervios simpáticos que llegan a las glándulas
ecrinas, está aprobada para el tratamiento de la hiperhidrosis en axila, palmas
o frente, y su efecto dura aproximadamente unos 5 meses.
Finalmente, cuando los tratamientos más
conservadores fallen, puede recurrirse a la cirugía, ya sea, en el caso de la hiperhidrosis palmar (99% de
eficacia) y de la cara (85% de eficacia), mediante una simpatectomía torácica
endoscópica, ya sea, cuando de hiperhidrosis axilar se trate, mediante una resección
quirúrgica de las glándulas sudoríparas de la zona, puesto que, en este caso,
la simpatectomía, si bien consigue un buen resultado inicial, éste puede decaer
con el tiempo a un 75%.