La estabilización debe preceder a la evaluación completa.
Los pacientes en coma u obnibulados (p. ej., coma de Glasgow = 8) pueden requerir apoyo
respiratorio. Si se sospecha de un aumento de la presión intracraneal, se precisará
monitorización de la presión intracraneal y medidas para reducir el edema
cerebral. Los tratamientos agudos específicos varían según el tipo de accidente
cerebrovascular. Es vital proporcionar atención de apoyo, corregir las anomalías
coexistentes (p. ej., fiebre, hipoxia, deshidratación, hiperglucemia, a veces
hipertensión arterial) y prevenir y tratar las complicaciones durante la fase
aguda y la convalecencia. Estas medidas mejoran claramente los resultados
clínicos. Durante la convalecencia, pueden ser necesarias medidas contra la
aspiración, la trombosis venosa profunda, las úlceras por presión y la
desnutrición, así como cateterismos. También pueden ser necesarios ejercicios
pasivos, particularmente en la parálisis de las extremidades, y ejercicios de
respiración tempranos para prevenir contracturas, atelectasia y neumonía. La
mayoría de los pacientes necesitan fisioterapia y terapia ocupacional para
maximizar la recuperación funcional. Algunos necesitan terapias adicionales (p.
ej., logopedia, restricciones de la alimentación). La depresión tras un accidente
cerebrovascular exige antidepresivos. Para la rehabilitación, lo mejor es una estrategia
interdisciplinaria. La modificación de los factores de riesgo mediante cambios en
el estilo de vida (p. ej., tabaquismo) y el tratamiento (p. ej., hipertensión
arterial) pueden ayudar a retrasar o prevenir accidentes cerebrovasculares
posteriores.