ENFERMEDAD
TRASTORNOS DEL SUEÑO
El sueño y la vigilia son funciones
cerebrales, sujetas a alteraciones del sistema nervioso. Nadie duda que una
mala noche tendrá consecuencias durante el día (fatiga, falta de concentración,
irritabilidad). De igual manera, si durante el día las cosas no van bien, es
muy probable que se acabe pasando una mala noche.
El sueño es un estado fisiológico activo
necesario para la vida, en el que se producen una serie de cambios de las
funciones corporales y actividades mentales de enorme trascendencia para el
equilibrio psíquico y físico de las personas. Durante el sueño, tiene lugar modificaciones
hormonales, bioquímicas, metabólicas y de temperatura que resultan
imprescindible para el buen funcionamiento durante el día.
El sueño permite restablecer almacenes de
energía celular, restaurar la homeostasis del sistema nervioso central y del
resto de los tejidos y actuar sobre los procesos de aprendizaje y memoria.
Además, durante el sueño, se canalizan aspectos emocionales reprimidos.
Aunque las necesidades de sueño pueden variar,
se calcula que el tiempo de sueño necesario y saludable oscila entre las 7-8
horas/noche.
Existen dos etapas en el período de sueño:
fase de sueño lento o no REM (sin movimientos oculares rápidos, del inglés rapid eye movements) y fase de sueño
rápido o REM (con movimientos oculares rápidos). El sueño no REM corresponde al
75-80% del tiempo de sueño total en los adultos y se divide 4 fases, que suelen
durar 60-70 minutos, con una profundidad creciente (fase 1 o fase de
somnolencia [2-5%], fase 2 [45-55%] y fases 3 [3-8%] y 4 [10-15%] o fases de
sueño lento, que son las fases más profundas). Posteriormente, tras ascender de
nuevo a la fase 2, se entra en la fase REM (20-25%).
El conjunto de estas fases (1, 2, 3, 4 y REM)
se denomina ciclo, y suele tener una
duración de 90-100 minutos. Estos ciclos, durante la noche, se repiten de 4 o 5
veces. Entre medio, emergiendo de las distintas fases del sueño de una noche,
existen pequeños despertares, en número de 6 a 8, que duran menos de 30
segundos en el niño y en el adulto, y que, en el anciano, pueden durar de 2 a 5
minutos.
En una estructura del sueño normal, el sueño
más profundo sucederá siempre en el primer tercio de la noche, mientras que la
fase REM predominará hacia el final de la noche, y se entrará en vigilia cerca
de un 2% del tiempo total.
El insomnio y la somnolencia diurna excesiva
son los síntomas más frecuentes presentes en los trastornos del sueño.
El insomnio
puede definirse como la dificultad para conciliar el sueño y permanecer dormido,
o bien como la sensación de que el sueño no tiene un carácter reparador.
La somnolencia
diurna excesiva es la tendencia a quedarse dormido durante las horas
normales de la vigilia.
Cabe destacar también todos los síntomas
ligados a las parasomnias, es decir,
a aquellos fenómenos anormales que ocurren durante el sueño y que incluyen
actividades motoras, sin que éstas lleguen a interrumpir el sueño: bruxismo, movimientos
rítmicos de partes del cuerpo, enuresis nocturna («mojar la cama»), pesadillas,
terrores nocturnos, somniloquia (hablar durante el sueño) o sonambulismo.
SÍNTOMAS
TRASTORNOS DEL SUEÑO
Las parasomnias son trastornos motores o del sistema autónomo, derivados de una alteración de los
mecanismos del sueño, y pueden deberse con alteraciones vegetativas (p. ej.,
enuresis), neurológicas (p. ej., agitación motriz) y psíquicas (p. ej.,
sonambulismo).
La hipersomnia o sueño excesivo es la presencia de un sueño excesivamente profundo o prolongado que se sigue de
un estado de confusión al despertar. Es también un estado de somnolencia extrema
durante el día.
El insomnio es la dificultad para conciliar el sueño o para permanecer dormido durante la noche.
DIAGNÓSTICO
TRASTORNOS DEL SUEÑO
Una historia
clínica completa, que incluya una descripción detallada de los hábitos de
sueño, apoyada por un registro de sueño realizado por el propio paciente o por
sus familiares), junto con una exploración
física adecuada, serán básicas para diagnosticar la presencia de cualquier
trastorno del sueño.
En ocasiones, además, deberá recurrirse a pruebas diagnósticas complementarias, como
la polisomnografía nocturna, la prueba de latencia múltiple del sueño o la
prueba de conservación de la vigilia.
TRATAMIENTO
TRASTORNOS DEL SUEÑO
Mantener una buena higiene del sueño es muy importante para garantizar una calidad del
sueño correcta, y, a menudos, constituye el único tratamiento que requieren los
pacientes leves.
Tener un horario regular del sueño, limitar el tiempo en la
cama, eliminar las siestas, adoptar unos hábitos regulares al acostarse,
disponer de un entorno propicio para el sueño, elegir las almohadas adecuadas,
realizar ejercicio físico de manera regular, practicar técnicas de relajación,
suprimir los estimulantes y los diuréticos y, finalmente, exponerse durante el
día a la luz brillante son mecanismos necesarios para garantizar una correcta
higiene del sueño.
Si estas medidas fallan, deberá recurrirse al tratamiento farmacológico, con
hipnóticos u otros sedantes.