LUMBALGIA

ENFERMEDAD LUMBALGIA

Cualquier trastorno doloroso de la columna vertebral lumbar puede causar contracturas por reflejo de los músculos paraespinales y, a veces, puede ser discapacitante.

La anamnesis debe comprender el tipo, la aparición, la duración, la gravedad, la localización y la radiación del dolor.

Además, los factores que modifican el dolor, como el tipo de descanso y actividad, los cambios de postura y la hora del día (p. ej., si el dolor se da durante la noche y despierta al paciente o se da al levantarse) pueden determinar el tipo de lumbalgia.

Si se ve afectada una raíz nerviosa, el dolor puede irradiarse distalmente a lo largo de la distribución de esa raíz (dolor radicular o lumbociática) o a la parte baja de la espalda (lumbago). La fuerza, la sensibilidad y los reflejos de la zona inervada por dicha raíz conforman el tipo de lumbociatalgia.

La hernia discal, las fracturas, la estenosis, la espondilolistesis o la artrosis lumbar pueden provocar compresión en el raquis. 

Debido a que la causa es a menudo multifactorial, no puede establecerse un diagnóstico definitivo por los síntomas sin la exploración del médico. Los médicos deben determinar a través de la exploración y las pruebas si el dolor tiene una causa en la columna vertebral o extrarraquídea, o si la causa es una enfermedad grave. Según la causa, el dolor de espalda puede ir acompañado de síntomas neurológicos.

 

SÍNTOMAS LUMBALGIA

La lumbalgia o lumbago es un dolor que se da en las vértebras lumbares más bajas, las nalgas o los flancos, y está causada, en la mayoría de los casos, por trastornos de la columna vertebral.

Puede ir acompañado de síntomas como rigidez, entumecimiento, hormigueos y debilidad.

También se puede apreciar tensión muscular, con contracturas, espasmos o tirantez ligamentosa, o una combinación de ellos.

DIAGNÓSTICO LUMBALGIA

Para el diagnóstico causal de la lumbalgia es necesaria una revisión de los sistemas que indican su causa, incluidos fiebre y escalofríos (infección); pérdida de peso e inapetencia (infección o cáncer); cansancio, síntomas depresivos y dolor de espalda mecánico (multifactorial); anorexia, náuseas, vómitos y alteraciones intestinales o fecales (trastornos digestivos); síntomas urinarios y dolor en el flanco (trastornos de las vías urinarias); tos, disnea y empeoramiento durante la inspiración (trastornos pulmonares), y hemorragia vaginal, gestación y dolor en relación con la fase del ciclo menstrual (trastornos pélvicos).

El dolor lumbar comprende osteoporosis, artrosis, trastornos discales, lesión reciente o antigua y cirugía.

Los factores de riesgo para las dolencias de espalda son: cáncer, aneurisma, tabaquismo, hipertensión arterial, infecciones (p. ej., inmunosupresión, HIV, consumo de drogas), y cirugía, traumatismo o infección bacteriana recientes.

 

TRATAMIENTO LUMBALGIA

 

 

El tratamiento debe ir dirigido a tratar los agentes causantes de la lumbalgia. 

El dolor musculoesquelético agudo (con o sin radiculopatía) se trata con analgésicos, frío local y movilización temprana, seguido de ejercicios de estabilización.

Los analgésicos como el paracetamol y los antinflamatorios no esteroideos (AINE) son los analgésicos de primera elección, pero para el dolor intenso pueden ser necesarios opioides. La analgesia inmediata es adecuada después de la lesión aguda y es importante para ayudar a limitar el ciclo del dolor y las contracturas.

Las contracturas o espasmos musculares agudos también pueden tratarse con frío o calor. Generalmente, el frío se prefiere al calor durante los dos días siguientes a la lesión. El hielo y las compresas frías no deben aplicarse directamente sobre la piel, sino que deben cubrirse con una toalla o un paño. El hielo se retira al cabo de 20 minutos y  vuelve a aplicarse más tarde durante 20 min durante períodos de 1 a 1½ hora. Este proceso puede repetirse varias veces durante las primeras 24 h.

El calor puede aplicarse con una almohadilla térmica durante los mismos períodos de tiempo. Dado que en la parte posterior la piel puede ser insensible al calor, la almohadilla debe usarse con precaución para evitar quemaduras. A los pacientes se les recomienda no utilizar una almohadilla eléctrica a la hora de acostarse para evitar una exposición prolongada y el riesgo de quemaduras. La diatermia puede ayudar a reducir el dolor y los espasmos musculares después de la fase aguda.

Actualmente existen nuevas fisioterapias que combinan láseres terapéuticos que son altamente eficaces en el tratamiento del dolor agudo mecánico o degenerativo. Estos láseres no son invasivos, se aplican directamente sobre la piel y tienen efectos analgésicos, antinflamatorios y de regeneración de los tejidos.

El uso de los miorrelajantes orales es polémico y los beneficios de estos fármacos se compararán con sus efectos adversos, especialmente en pacientes de edad avanzada, en que los efectos pueden ser más graves.
Aunque a veces se necesita un breve período inicial (p. ej., 1 a 2 días) de disminución de la actividad para una mayor comodidad, el reposo prolongado, las tracciones vertebrales o los corsés no son beneficiosos.

La manipulación vertebral puede ayudar a aliviar el dolor causado por las contracturas musculares; sin embargo, algunas formas de manipulación pueden presentar riesgos para los pacientes con trastornos discales u osteoporosis. 

Cuando el dolor agudo disminuye y el movimiento es posible, se inicia un programa de estabilización lumbar. Este programa comprende ejercicios que fortalecen los músculos abdominales y paralumbares, además de medidas posturales. El objetivo es fortalecer las estructuras de apoyo de la espalda y reducir la probabilidad de que la afección se vuelva crónica o recidivante.

Los médicos deben tranquilizar a los pacientes con dolor de espalda musculoesquelético inespecífico agudo porque el pronóstico es bueno y la actividad y el ejercicio son seguros incluso cuando causan cierto malestar.

Si existe depresión o los efectos secundarios persisten durante varios meses, hay que considerar una evaluación psicológica.

 

 

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