ENFERMEDAD
HEPATITIS CRÓNICA
Las características clínicas son muy variables. Aproximadamente un tercio de los casos se dan después de una hepatitis aguda, pero la mayoría aparecen de novo de manera gradual.
Muchos pacientes están asintomáticos, especialmente en la infección crónica por VHC. Sin embargo, el malestar general, la anorexia y el cansancio son frecuentes, a veces con febrícula y molestias inespecíficas en la parte superior del abdomen. Por lo general, no hay ictericia.
A menudo, en particular con el VHC, las primeras observaciones son signos de enfermedad hepática crónica (p. ej., esplenomegalia, arañas, eritema palmar). Algunos pacientes presentan hepatitis crónica con manifestaciones de colestasis. En la variante autoinmunitaria, especialmente en las mujeres jóvenes, las manifestaciones pueden afectar prácticamente a cualquier aparato corporal y pueden comprender acné, amenorrea, artralgia, colitis ulcerosa, fibrosis pulmonar, tiroiditis, nefritis y anemia hemolítica.
La hepatitis crónica se ha asociado de vez en cuando a liquen plano, vasculitis mucocutánea, glomerulonefritis, porfiria cutánea tardía y, quizás, linfoma no hodgkiniano de células B. Aproximadamente el 1% de los pacientes presentan crioglobulinemia sintomática con cansancio, mialgias, artralgias, neuropatía, glomerulonefritis y erupciones cutáneas (urticaria, púrpura o vasculitis leucocitoclástica); la crioglobulinemia asintomática es más común.
SÍNTOMAS
HEPATITIS CRÓNICA
La fiebre es la temperatura corporal elevada, con registros mayores de 37,8 grados por vía oral o 38,2 grados
por vía rectal, o una elevación de la temperatura corporal por encima de la
variación diaria normal.
Durante el período de 24 horas, la temperatura varía desde los niveles más bajos a primera
hora de la mañana hasta los niveles más altos por la tarde y la variación máxima
suele estar alrededor de 0,6 grados.
La temperatura está determinada por el equilibrio entre la producción de calor de los tejidos,
especialmente el hígado y los músculos, y la pérdida de calor periférica.
En la persona sana, el centro termorregulador hipotalámico mantiene la temperatura corporal de los
órganos internos entre 37 grados y 38 grados
La capacidad para generar fiebre es menor en ciertas personas como en alcohólicos, gente muy
mayor o gente muy joven.
La anorexia
es la falta o pérdida de apetito y que ocasiona abstenerse de comer. En la
anorexia nerviosa, hay un trastorno psiconeurótico que conduce a una negativa
prolongada a comer.
DIAGNÓSTICO
HEPATITIS CRÓNICA
Pruebas de la función hepática compatibles con la hepatitis.
Pruebas serológicas.
Es posible que los autoanticuerpos, las inmunoglobulinas, la
concentración de α1-antitripsina y otras pruebas sean positivos.
Es necesaria una biopsia para confirmar el
diagnóstico, el grado y estadio de la enfermedad.
TRATAMIENTO
HEPATITIS CRÓNICA
El tratamiento va dirigido a la causa (p. ej., corticoesteroides para la hepatitis autoinmune, antivíricos para el VHB, interferones para el VHC). Los objetivos del tratamiento comprenden el manejo de las complicaciones (p. ej., ascitis, encefalopatía) y el tratamiento de la causa.
Hay que suspender los fármacos que provocan hepatitis. Hay que tratar los trastornos subyacentes, como la enfermedad de Wilson. En la hepatitis crónica por VHB, puede ser útil la profilaxis de los contactos de los pacientes.
Hay que evitar los corticoesteroides y los fármacos inmunosupresores, ya que refuerzan la replicación vírica. No existen medidas profilácticas, pero son necesarias para los contactos de los pacientes con infección por VHC.
Hepatitis autoinmunitaria:
Los corticoesteroides, con o sin azatioprina, prolongan la supervivencia. Normalmente, el tratamiento con prednisona se inicia en una dosis de 30 mg a 40 mg por vía oral 1 vez al día, Después, se reduce a la dosis más baja que mantiene las aminotransferasas en concentraciones normales o casi normales. Algunos expertos administran azatioprina concomitante en una dosis de 1 mg a 1,5 mg/kg por vía oral 1 vez al día. La mayoría de los pacientes requieren tratamiento de mantenimiento a dosis bajas a largo plazo.
El trasplante de hígado puede ser necesario para la enfermedad terminal.
VHB:
El tratamiento antivírico está indicado en pacientes con concentraciones elevadas de transaminasas, ante la evidencia clínica o una biopsia de la enfermedad progresiva, o ambas cosas. El objetivo es eliminar el ADN-VHB.
Puede que sea necesario mantener el tratamiento de manera indefinida, por lo que puede resultar muy costoso. Si se interrumpe el tratamiento antes de tiempo puede darse una recaída, que puede ser grave. Sin embargo, el tratamiento puede interrumpirse si se produce la seroconversión del HBeAg a anti-HBe o si las pruebas del HBsAg se vuelven negativas.
La farmacorresistencia también es preocupante. Están disponibles seis fármacos antivíricos (entecavir, adefovir, lamivudina, interferón-α [INF-α], INF-α2a y telbivudina).