ENFERMEDAD
ESCLEROSIS MÚLTIPLE
La esclerosis múltiple se caracteriza por la presencia
de placas de desmielinización en el cerebro y la médula
espinal. Normalmente, se dan déficits neurológicos múltiples, con
remisiones y exacerbaciones que gradualmente provocan discapacidad.
Se cree que el sistema inmunológico está implicado
en la esclerosis múltiple (EM). Una causa podría ser la infección por
un virus latente (posiblemente un herpesvirus humano como el virus Epstein-Barr), que, al
activarse, desencadenaría una respuesta inmunosupresora secundaria.
Se observa una mayor incidencia entre ciertas familias y la
presencia de haplotipos de HLA, lo que deja entrever susceptibilidad
genética.
Los niveles bajos de vitamina D se asocian a un mayor riesgo
de EM, y los niveles de vitamina D se correlacionan con el grado de exposición
al sol, que es superior en los climas templados.
El tabaquismo también parece aumentar el riesgo.
La edad de inicio suele ser entre los 15 y los 60 años,
pero normalmente aparece entre los 20 y los 40 años, y suele afectar
más a las mujeres.
Se observan áreas localizadas de desmielinización (en
placas) con destrucción de la oligodendroglía, inflamación
perivascular y alteraciones químicas en los lípidos y las proteínas
de la mielina en las placas y alrededor de las mismas.
Puede haber daño axonal, pero los cuerpos celulares y los
axones tienden a estar relativamente conservados.
La gliosis fibrosa se desarrolla en placas, que se
difunden a lo largo del sistema nervioso central, principalmente en la
sustancia blanca, en particular en las columnas laterales y posteriores, los nervios
ópticos y las áreas periventriculares. También se ven afectadas las extensiones
en el cerebro medio, la protuberancia y el cerebelo.
La sustancia gris del cerebro y la médula espinal pueden
verse afectadas, pero en mucho menor grado.
SÍNTOMAS
ESCLEROSIS MÚLTIPLE
Alteraciones visuales pueden ser, pérdida visual parcial, dolor en un ojo, visión doble o imposibilidad de ver determinadas zonas del campo visual.
Los síntomas neurológicos comprenden una amplia variedad de anomalías visuales y oculo-motoras,
parestesias, debilidad, espasticidad, disfunción urinaria y deterioro cognitivo
leve.
Síntomas frecuentes pueden ser rigidez leve o fatigabilidad atípica de una extremidad, alteraciones
leves de la marcha, dificultad para controlar la vejiga, vértigo y trastornos
afectivos leves; generalmente, todos indican dispersión de la afectación del
sistema nervioso central, aunque pueden ser muy sutiles.
El deterioro cognitivo leve es frecuente. Puede producirse apatía, malas respuestas o falta
de atención.
Los trastornos afectivos comprenden labilidad emocional, euforia o más comúnmente
depresión. La depresión puede ser reactiva o en parte debida a lesiones
cerebrales.
DIAGNÓSTICO
ESCLEROSIS MÚLTIPLE
El diagnóstico se basa en los antecedentes de remisiones y brotes,
además de los signos clínicos, los resultados de las lesiones, las imágenes de resonancia
magnética nuclear u otros criterios (según los síntomas) para demostrar
objetivamente las anomalías neurológicas, como por ejemplo los potenciales
evocados.
TRATAMIENTO
ESCLEROSIS MÚLTIPLE
El tratamiento comprende:
- Corticoesteroides para los brotes agudos
- Inmunomoduladores para prevenir los brotes
- Baclofeno o tizanidina para la espasticidad
- Gabapentina o antidepresivos tricíclicos para el dolor
- Atención complementaria
Los objetivos comprenden acortar los brotes agudos,
disminuyendo su frecuencia y aliviando los síntomas; es particularmente
importante mantener la capacidad del paciente para caminar.
Se recomienda ayuda y apoyo junto con ejercicio habitual (p.
ej., bicicleta estática, cinta, natación, estiramientos) incluso para los
pacientes con EM avanzada, debido a las afecciones cardíacas y musculares;
reduce la espasticidad, impide contracturas y tiene beneficios psicológicos.
El aporte complementario de vitamina D puede disminuir el
riesgo de progresión de la enfermedad. La vitamina D también reduce el riesgo
de osteoporosis, especialmente en los pacientes con mayor riesgo.
Los pacientes deben mantener una vida activa y tan normal
como sea posible, pero deben evitar el exceso de trabajo, el cansancio y la
exposición al exceso de calor.
Hay que dejar de fumar.
La vacunación no parece aumentar el riesgo de brotes. Los
pacientes debilitados requieren medidas para prevenir las úlceras de decúbito y
cateterismos; puede ser necesario un autosondaje urinario intermitente.