ENFERMEDAD
ANOSMIA (PÉRDIDA DE OLFATO)
La anosmia es la pérdida total del olfato. La hiposmia es
una pérdida parcial del olfato. La mayoría de los pacientes con anosmia tienen una
percepción normal de las sustancias saladas, dulces y amargas, pero no pueden
diferenciar los sabores, una habilidad que depende en gran medida del olfato.
Por lo tanto, a menudo se quejan de que han perdido el sentido del gusto
(ageusia) y de que no disfrutan de los alimentos. Si la anosmia es unilateral a
menudo se pasa por alto.
La anamnesis debe revisar los síntomas neurológicos,
particularmente los relacionados con el estado mental (p. ej., dificultades con
la memoria reciente) y los pares craneales (p. ej., diplopía, dificultad para
hablar o deglutir, acúfenos, vértigo), así como su relación con cualquier
lesión en la cabeza.
Los antecedentes deberán incluir los trastornos sinusales, traumatismos craneales
o cirugía, alergias, medicamentos y exposición a productos químicos o humos.
La anosmia se produce cuando existe una inflamación
intranasal u otra obstrucción impide que los olores accedan a la zona
olfativa; cuando se destruye el olfato del neuroepitelio, o cuando se destruye
el nervio olfatorio, los bulbos, las extensiones o las conexiones
Deben buscarse las principales causas, que comprenden:
Traumatismo craneal (jóvenes)
Infecciones víricas y enfermedad de Alzheimer (adultos
mayores)
La infección por gripe está implicada en un 14-26% de todos
los casos de hiposmia o anosmia.
Los fármacos pueden contribuir a la anosmia en pacientes
susceptibles.
Otras causas incluyen la radiación previa de cabeza y cuello,
la cirugía sinusal y nasal, los tumores cerebrales o las toxinas. El papel
del tabaco es dudoso.
SÍNTOMAS
ANOSMIA (PÉRDIDA DE OLFATO)
La pérdida completa del olfato o la pérdida parcial del olfato. En la anosmia se tiene una percepción normal de las sustancias saladas,
dulces y amargas, pero no pueden diferenciar el sabor, algo que depende en gran
medida del olfato. Suele asociarse a la pérdida del olfato son la congestión nasal, la moquera o ambos.
DIAGNÓSTICO
ANOSMIA (PÉRDIDA DE OLFATO)
La anosmia o pérdida del olfato se diagnostica por los
antecedentes de la enfermedad actual, la duración de los síntomas y su
relación con cualquier trastorno otorrinolaringológico o lesión en la
cabeza.
Hay que tener en cuenta los antecedentes de trastornos de
los senos paranasales, traumatismo craneal o cirugía, alergias, fármacos
utilizados y exposición a productos químicos o gases.
Exploración física:
Hay que inspeccionar las fosas nasales en busca de hinchazón, inflamación, mucosidad
y pólipos. La evaluación de la respiración del paciente a través de cada fosa
nasal secuencialmente (tapar manualmente una fosa nasal y luego la otra) puede
ayudar a identificar la obstrucción.
También se realiza una exploración neurológica completa, que
comprende una revisión de los síntomas neurológicos, particularmente aquéllos
relacionados con el estado mental (p. ej., dificultades con la memoria
reciente), y de los pares craneales (p. ej., diplopía, dificultades para hablar
o tragar, acúfenos, vértigo). Hay que evaluar la naturaleza de la rinorrea (p. ej.,
acuosa, mucoide, purulenta, sanguinolenta).
Pueden ser necesarias pruebas olfativas y una TAC craneal.
TRATAMIENTO
ANOSMIA (PÉRDIDA DE OLFATO)
Se tratarán las causas específicas, aunque casi nunca
se recupera el olfato, ni siquiera tras el tratamiento exitoso de una sinusitis.
No hay tratamientos para la anosmia. Los pacientes que conservan algún sentido
del olfato pueden agregar agentes saborizantes concentrados en la
alimentación para mejorar su disfrute de los alimentos.
Los detectores de humos son importantes en todos
los hogares, todavía más para los pacientes con anosmia. Hay que advertir a los
pacientes respecto al consumo de alimentos almacenados y la utilización de gas
natural para cocinar o para la calefacción, porque tienen dificultades para
detectar los alimentos caducados y las fugas de gas.