El diagnóstico de úlcera gastroduodenal se basa en la anamnesis
del paciente y se confirma mediante endoscopia. Suele iniciarse tratamiento empírico
sin un diagnóstico definitivo. Sin embargo, la endoscopia permite la biopsia o
el cepillado citológico de las lesiones gástricas y esofágicas para distinguir
entre una úlcera simple y el cáncer de estómago.
El cáncer de estómago puede presentarse con manifestaciones
similares y hay que descartarlo, especialmente en pacientes que son mayores de 45
años, que han perdido peso o que tienen síntomas graves o resistentes al tratamiento.
La incidencia de la úlcera duodenal maligna es muy baja, por lo que generalmente
las biopsias de las lesiones en esa zona no están justificadas.
La endoscopia también puede utilizarse para diagnosticar
definitivamente la infección por H.
pylori, que debe buscarse cuando se detecta una úlcera.
Hay que considerar un tumor maligno secretor de gastrina y
el síndrome de Zollinger-Ellison cuando hay úlceras múltiples, cuando aparecen en
lugares atípicos (p. ej., posbulbar), cuando son resistentes al tratamiento o
cuando el paciente tiene diarrea o pérdida de peso importante. En estos
pacientes hay que cuantificar las concentraciones séricas de gastrina.