Generalmente, en la oclusión dental se observa que las partes externas de todos los dientes superiores quedan por fuera de los dientes inferiores. Esto hace que los labios y las mejillas estén desplazados para no morderlos.
Las superficies internas (linguales) de los dientes inferiores forman una arcada más pequeña que la de los dientes superiores, lo que reduce al mínimo la probabilidad de morderse la lengua.
Todos los dientes de la arcada superior deben ponerse en contacto con los dientes correspondientes de la arcada inferior para que las fuerzas masticadoras (que pueden ser mayores en la zona de los molares o cuando se aprietan los dientes durante el sueño) queden ampliamente distribuidas. Si estas fuerzas se aplican sólo sobre unos pocos dientes, con el tiempo esos dientes pueden aflojarse.
Es necesario realizar una ortopantografía y una tomografía axial computarizada (TAC) para estudiar la forma de la oclusión y programar su corrección.