Pruebas de la función hepática (elevación desproporcionada
de la GOT y la GPT respecto a la fosfatasa alcalina, generalmente con
hiperbilirrubinemia)
Pruebas serológicas
Determinación de las fosfatasas
En primer lugar, hay que diferenciar la hepatitis aguda de
otros trastornos que causan síntomas similares.
En la fase prodrómica, la hepatitis imita diversas
enfermedades víricas inespecíficas y es difícil de diagnosticar.
Los pacientes con sospecha de hepatitis anictérica basándose
en los factores de riesgo se someten inicialmente a pruebas de la función
hepática, que comprenden la determinación de las transaminasas, la bilirrubina
y la fosfatasa alcalina.
Generalmente, la hepatitis aguda se sospecha sólo durante la
fase ictérica. Por lo tanto, la hepatitis aguda debe diferenciarse de otros
trastornos que causan ictericia.
Por lo general, la hepatitis aguda puede diferenciarse de
otras causas de ictericia por la elevación pronunciada de la GOT y la GPT (habitualmente
≥ 400 UI/l). Típicamente, la GPT está más elevada que la GOT, pero las
concentraciones absolutas se correlacionan bien con la gravedad clínica. Las cifras
aumentan en la fase prodrómica inicial, antes de la ictericia alcanzan el nivel
máximo y descienden lentamente durante la fase de recuperación.
La presencia de bilirrubina en la orina suele preceder a la
ictericia. La gravedad de la hiperbilirrubinemia en la hepatitis vírica aguda
varía, y el fraccionamiento no tiene ningún valor clínico.
Por lo general, la fosfatasa alcalina sólo está moderadamente
elevada; una elevación notable deja entrever colestasis extrahepática y exige pruebas
de imagen (p. ej., ecografía).
En general no es necesaria una biopsia hepática a menos que
el diagnóstico sea incierto.
Las manifestaciones de la encefalopatía portosistémica, la diátesis
hemorrágica o la prolongación del índice internacional normalizado (IIN)
indican hepatitis fulminante.
Si se sospecha de una hepatitis aguda, los esfuerzos van
dirigidos a la identificación de la causa.
Los antecedentes de exposición pueden proporcionar la única
pista de que se trata de una afección provocada por fármacos o una hepatitis
tóxica.
La hepatitis alcohólica se basa en los antecedentes de
alcoholismo y la presencia de arañas vasculares o signos de consumo crónico de
alcohol o enfermedad hepática crónica. El inicio de los síntomas es más gradual.