Los pacientes con pruebas positivas requieren una
colonoscopia, al igual que aquéllos con lesiones observadas en la
sigmoidoscopia o un estudio de imagen.
Hay que extirpar todas las lesiones por completo para su
examen histológico. Si una lesión es sésil o no extirpable mediante colonoscopia,
hay que considerar la extirpación quirúrgica.
El enema opaco, en particular un estudio de doble contraste,
puede detectar muchas lesiones, pero es algo menos preciso que la colonoscopia.
Una vez que se diagnostica el cáncer, los pacientes deberían
someterse a una tomografía computarizada (TC) de abdomen, una radiografía de
tórax y las pruebas de laboratorio habituales para detectar enfermedad metastásica,
anemia y evaluar la situación general.
El 70% de los pacientes con cáncer colorrectal tienen
unas concentraciones séricas elevadas de antígeno carcinoembrionario (CEA),
pero esta prueba es inespecífica y por lo tanto no es recomendable para el
cribado. Sin embargo, si el CEA preoperatorio es alto y desciende tras la
extirpación de un tumor de colon, su seguimiento puede ayudar a detectar antes la
recidiva.